Corría el año
1984 y yo tenía 5 años, fuimos con mi familia al cumpleaños del tío Cesar en el
barrio de Villa Italia en la ciudad de Tandil, bajamos de la camioneta y en la
vereda encontré un sobrecito vacío de las figuritas del Hombre Araña. Lo agarré
y comencé a mirarlo con ganas y sorpresa, mi viejo sin perder mucho tiempo nos
llevó con mi hermano al kiosco de la esquina y nos compró dos paquetes a cada
uno. En ese momento, en ese preciso momento, éramos los pibes más felices del
mundo.
Es así que me
introduje al mundo de las figuritas y los álbumes, no sé si habrá sido el
primero cronológicamente hablando pero si el que me impactó más y el que más
satisfacciones me dio. Es con el que tuve noción de lo que era cambiar
figuritas, armar rompecabezas, tachar las nuevas, pasarlas rápidamente de mano
a mano cuando se las mostrabas a otro pibe, conocer personajes que no tenía ni
idea que existían, comprender que no se podía comprar más de dos o tres
sobrecitos por día, mirar el álbum miles de veces para disfrutarlo con amigos,
o solo.
En fin, este
álbum se convirtió en mi obsesión pero no en esa época sino a lo largo de mi
vida. Déjenme que les cuente…